Perseverantes. Pese a los problemas salieron adelante. Cada una de
ellas refleja el ingenio y la constancia. Son las armas perfectas para
conquistar un mundo de oportunidades.
Castillo Azul de Rossy Vásquez
Rossy Vásquez es modesta cuando dice que no es exitosa en su vida.
Con 36 años de edad, una familia que adora y una empresa pujante bien
podemos desestimarla.
Casada desde los 19 años con un militar, a Rossy siempre le inquietó
hacer algo por sí misma. Aunque gozaba del apoyo de su esposo Enrique y
contaba con su trabajo de secretaria en un colegio, el “bichito” del
negocio propio siempre rondó su cabeza.
Así, apenas su esposo
concluyó un curso de administración de negocios internacionales, ella
decidió materializar sus sueños empresariales. Convencida de que debía
ser un negocio de desayunos por delivery, Rossy comenzó.
Fue así que el 2 de enero del 2006 inscribió el nombre de su empresa,
Castillo Azul, en Registros Públicos. Desde entonces, no hizo otra cosa
que investigar el mercado y diseñar los productos que iba a ofrecer a
su clientela. Incluso, para diferenciarse de su competencia, Rossy
decidió darle valor agregado a su negocio con rosas, peluches y
chocolates. Pasó así año y medio, y un 18 de febrero del 2008 abrió su
empresa a través de una tienda virtual. Ella esperó sus primeros
clientes. Sin embargo, los días pasaban y el éxito no llegaba.
Recién al cuarto día, una llamada que solicitaba su servicio sería la
señal de que su empresa prosperaría. “Estaba muy emocionada. Empecé a
llorar porque pensé que esto sí iba a funcionar”, expresó. Los años le
dieron la razón. Castillo Azul es ahora una empresa que brinda un
promedio de 25 desayunos diarios. Antes, si tenía suerte, llegaba solo a
tres. La empresa está conformada por nueve empleados. Su marca está
presente en cinco locales de los supermercados Tottus. Este año inaugura
dos más, uno en el Jockey Plaza y otro en Chiclayo; y por si fuera
poco, tiene una propuesta para vender su franquicia al extranjero.
Por
eso, Castillo Azul es más que una empresa de desayunos por delivery.
Como dice Rossy, es la muestra concreta de que nada en esta vida es
regalado. Todo es producto del esfuerzo y la perseverancia.
Dato
70% ha crecido su negocio desde que lo inició en febrero del 2008.
Las tarjetas de Dios
Cuando Carmen Lachy hizo
un trabajo decorativo a base de plumas en 1996, mientras cursaba la
secundaria, no pensó que años más tarde podría vivir de las plumas.
Sin empleo durante siete meses desde su llegada a Lima en noviembre
del 2008, a esta joven loretana de 28 años, la frustración muchas veces
acabó por derrumbarla en un estado depresivo.
Una situación que no esperaba en esta “ciudad de las oportunidades”,
como decían. Era evidente que la suerte no estaba de su lado. Los días
pasaban y Carmen no hallaba un trabajo como profesora de educación
inicial, carrera que había estudiado. Hasta que un día, Dios escuchó sus
ruegos.
Durante una visita de su hermana, sin razón alguna, ella recibe un
puñado de plumas de colores. De pronto, una idea sacudió su mente
repentinamente: ¡Puedo hacer algo con esto! Así surgieron las tarjetas
de plumas ecológicas.
Gracias a la ayuda de Edgar, su pareja, recolectó plumas de canarios,
loros, gallinas y flamencos. También se hizo de cartulina blanca, goma,
colores y tijeras. En una semana, la primera tarjeta (con un dibujo de
rosas) estaba lista. Y en un mes, con esfuerzo y dedicación, realizó un
promedio de 50 tarjetas de cuatro modelos diferentes. Era mayo del 2009.
Carmen vendió exitosamente su primera producción. “Me sentí muy
contenta y satisfecha. Vi que estaba saliendo”, cuenta emocionada. Fue
así que el 29 de mayo del mismo año inscribe sus tarjetas en la Sunat
con el nombre de Dios es amor.
Luego de dos años vende un promedio de 300 tarjetas al mes a un costo
de S/. 4,00. Para cumpleaños, bodas, bautizos… toda ocasión es válida
para poner a prueba su originalidad. Incluso, Carmen cuenta con una
cartera de clientes fijos al mes y está a punto de enviar su producción a
Cusco y Arequipa.
Aunque su trabajo le demanda cerca de nueve horas al día, ella se
siente muy conforme. Es consciente de que con la venta de sus tarjetas
podrá darles a sus pequeños (de 8 y 3 años de edad) un mayor bienestar.
Dato
300 son las tarjetas a base de plumas que elabora y vende Carmen Lachy a S/. 4,00 cada una.
Atención, mujer empresaria
Las historias de Rossy y Carmen son dos de los muchos casos de
mujeres emprendedoras que hoy participan en el VI concurso del Premio
Mujer Microempresaria, organizado por Financiera CrediScotia (Grupo
Scotiabank). Una vez más, el concurso tiene como objetivo reconocer el
esfuerzo de la mujer microempresaria peruana, forjadora de un negocio
propio y fuente importante de generación de empleo y desarrollo de su
hogar y comunidad. Los tres primeros puestos recibirán premios de hasta
S/. 25 mil. ¡Aproveche esta oportunidad! Para participar del concurso
puede inscribirse en cualquier agencia de CrediScotia o hacerlo a través
de la web oficial.
Fuente: La Republica
Visítanos en nuestro Facebook: https://www.facebook.com/revista.espaciopublicitario
Clic en Me Gusta: https://www.facebook.com/pages/Revista-Espacio-Publicitario/293130384035589
0 comentarios:
Publicar un comentario