Era una emprendedora a la que le fue mal. Su negocio de comidas en Tarapoto no funcionó. Golpeada, pero jamás derrotada, Danny Villanueva Flores cogió sus maletas, su capital y su sazón, y de la mano de su esposo se trasladó a Lima. Su hermana, ya residente hacía muchos años, la recibió. Luego de algún tiempo, con mucho esfuerzo, doña Danny puso un puesto de comida de la selva en Gamarra. De ahí, por su excelente sazón, logró que la incluyan en el Festival Gastronómico de San Miguel. A la par se mudó de Gamarra a un puesto en el mercado de Magdalena donde continúa hasta ahora. Pero antes de fin de año, asegura, abrirá su restaurante. Aún no define el lugar, pero sí la carta: tacacho con cecina, juane, cacona y aguajina serán sus platos de bandera. Y por supuesto el nombre: “Restaurante Pura Selva”.
“La mayor recompensa de un cocinero es que su cliente salga satisfecho”, remarca doña Danny.
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